El esfuerzo discute con el destino.
Un día, el Esfuerzo dijo al Destino: «Mis logros son mayores que los tuyos».
El Destino no estuvo de acuerdo y desafió inmediatamente al Esfuerzo: «Qué es lo que has hecho para afirmar que tus logros superan a los míos?».
El Esfuerzo respondió:
El que alguien viva una larga vida o muera joven, sea rico o pobre, triunfe o fracase depende de mí.
El Destino respondió inmediatamente:
La inteligencia del viejo Peng no podía compararse con la de los emperadores Yao y Shun, sin embargo vivió una vida larga y saludable. Por otra parte, Yen-hui, el mejor discípulo de Confucio, murió cuando tenía dieciocho años. La virtud de Confucio superaba con mucho la de los señores feudales, pero, en comparación con ellos, era pobre.
El emperador Shang-tsou era cruel e inmoral, sin embargo vivió una próspera y larga vida. Por otra parte, sus ministros que eran virtuosos tuvieron muertes violentas. ¿Qué puedes decirme de los funcionarios corruptos que son ricos y de los trabajadores que se esfuerzan y son honrados y que sin embargo son pobres?
El Esfuerzo no había previsto este aluvión de pruebas contra su afirmación. Frunció el ceño, pero el Destino continuó:
Si eres tan eficaz como dices, entonces, ¿por qué no haces ricas a las personas muy trabajadoras?, ¿por qué no le das una vida larga y próspera a las personas virtuosas?, ¿por qué no están empleadas las personas capaces e inteligentes y por qué los estúpidos ocupan puestos importantes en el gobierno?
El Esfuerzo no tuvo nada más que decir ante estos desafíos, así que tímidamente respondió al Destino:
Tienes razón. Después de todo, no produzco muchos efectos. Pero me atrevo a afirmar que muchas cosas suceden como suceden porque tú has ido haciendo daño, ¡torciendo el destino de la gente y disfrutando con ello!
El Destino respondió entonces:
Yo no puedo forzar la dirección de las cosas. Simplemente les abro las puertas para que pasen. Si algo va bien, dejo que siga su camino; si algo se desvía, no lo impido.
Nadie, ni tú ni yo, puede dirigir el curso de las cosas. La vida larga o breve, rica o pobre, el éxito o el fracaso, la buena o la mala suerte, todo se produce por sí mismo.
¿Cómo puedo dirigir los acontecimientos o saber siquiera cómo acabarán las cosas?
REFLEXIONES DE LA VIDA
- No dejes de ser tú mismo
- El ratón y la ratonera en la casa
- No vuelvas por las cosas de tu pasado
- El miedo mata más que la muerte misma
- Cada minuto alguien deja este mundo atrás.
- La muerte nunca se supera, tan solo se acepta