¿Entregarías a tu hijo?
Es la tarde de un viernes típico y estás manejando hacia tu casa. Sintonizas la radio. El noticiero cuenta una historia de poca importancia:
En un pueblito lejano han muerto 3 personas de alguna gripe que nunca antes se había visto. No lo piensas mucho. El lunes cuando despiertas, escuchas que ya no son 3, sino 30,000 personas las que han muerto en las colinas remotas de la India.
Gente del control de enfermedades de EE.UU. ha ido a investigar.
El martes ya es la noticia más importante en la primera plana del periódico, porque no sólo es la India, sino Pakistán, Irán y Afganistán y pronto la noticia sale en todos los noticieros.
Le están llamando “La Influenza Misteriosa” y todos se preguntan ¿cómo vamos a controlarla?
Entonces una noticia sorprende a todos, Europa cierra sus fronteras, no habrá vuelos a Francia desde la India, ni de ningún otro país en el cual se haya visto la enfermedad. Por lo del cierre de fronteras estás viendo las noticias cuando escuchas la traducción de una mujer, en Francia, que dice que hay un hombre en el hospital muriendo de la “Influenza Misteriosa”.
Hay pánico en Europa. La información dice que cuando tienes el virus, es por una semana y ni cuenta te das. Luego tienes 4 días de síntomas horribles y mueres.
Inglaterra cierra también sus fronteras, pero es tarde; pasa un día más y el presidente de los EE.UU. cierra las fronteras a Europa y Asia para evitar el contagio en el país, hasta que encuentren la cura.
Al día siguiente la gente se reúne en las iglesias a orar por una cura y entra alguien diciendo:
“Prendan la radio” y se oye la noticia: 2 mujeres han muerto en Nueva York. En horas, parece que la cosa invade a todo el mundo.
Los científicos siguen trabajando para encontrar el antídoto, pero nada funciona. Y de repente, viene la noticia esperada:
Se ha descifrado el código de ADN del Virus. Se puede hacer el antídoto…
Va a requerirse la sangre de alguien que no haya sido infectado y de hecho en todo el país se corre la voz de que todos vayan al hospital central para que se les practique un examen de sangre.
Vas de voluntario con tu familia, junto a unos vecinos, preguntándote qué pasará ¿Será esto el fin del mundo?…
De repente el doctor sale gritando un nombre que ha leído en su cuaderno.
El más pequeño de tus hijos está a tu lado, te agarra la chaqueta y dice: ¡Papi, ese es mi nombre!
Antes de que puedas reaccionar se están llevando a tu hijo y gritas: ¡Esperen!
Y ellos contestan: “todo está bien, su sangre está limpia, su sangre es pura, creemos que tiene el tipo de sangre correcta”.
Después de 5 largos minutos salen los médicos llorando y riendo. Es la primera vez que has visto a alguien reír en una semana.
El doctor de mayor edad se te acerca y dice:
¡Gracias, señor!, la sangre de su hijo es perfecta, está limpia y pura, podemos hacer el antídoto contra esta enfermedad.
La noticia corre por todas partes, la gente está orando y riendo de felicidad. En eso, el doctor se acerca a ti y a tu esposa y les dice:
“¿Podemos hablar un momento?, es que no sabíamos que el donante sería un niño y necesitamos que firmen este formato para darnos el permiso de usar su sangre”.
Cuando estás leyendo el documento te das cuenta de que no ponen la cantidad que necesitarán y preguntas: ¿Cuánta sangre?
La sonrisa del doctor desaparece y contesta:
“No pensábamos que era un niño. No estábamos preparados…” ¡La necesitamos toda!
No lo puedes creer y tratas de contestar:
“Pero, pero…”
El doctor te sigue insistiendo:
“Usted no entiende, estamos hablando de la cura para todo el mundo.
Por favor firme, la necesitamos… toda”.
Tú preguntas: “¿Pero no pueden darle una transfusión?”
Y viene la respuesta: “Si tuviéramos sangre limpia podríamos. ¿Firmará? Por favor. ¡Firme…;”
En silencio y sin poder sentir los mismos dedos que tienen la pluma en la mano lo firmas.
Te preguntan: “¿quiere ver a su hijo?”
Caminas hacia esa sala de emergencia donde tu hijo está sentado en la cama diciendo:
“¡Papi!, ¡Mami! … ¿Qué pasa?”
Tomas su mano y le dices:
“Hijo, tu Mami y yo te amamos y nunca dejaríamos que te pasara algo que no fuera necesario, ¿comprendes eso?”
Y cuando el doctor regresa y te dice:
“Lo siento, necesitamos empezar, gente en todo el mundo está muriendo…” ¿Te puedes ir? ¿Puedes darle la espalda a tu hijo y dejarlo mientras él te dice:
“Papi, Mami, ¿por qué me están abandonando?”
A la siguiente semana cuando hacen una ceremonia para honrar a tu hijo, algunas personas se quedan dormidas en casa, otras no vienen porque prefieren ir de paseo o ver un partido de fútbol y otras vienen a la ceremonia con una sonrisa falsa fingiendo que les importa.
Quisieras pararte y gritar:
“Mi hijo murió por ustedes, ¿qué no les importa?”
Tal vez eso es lo que él quiere decir:
“Mi hijo murió, ¿qué no saben cuánto los amó?”
¡Porque así amó Dios al mundo! Hasta dar su Hijo Único, para que quien cree en Él, no muera, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Padre Nuestro. Viéndolo desde ese punto de vista se nos rompe el corazón.
Tal vez ahora podamos empezar a comprender qué tan grande es tu amor por nosotros.
¡DIOS los bendiga!
REFLEXIONES CRISTIANAS
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