Carta de un niño luego de un berrinche
Mamá y Papá: No soy malo, no lo hago a propósito. Simplemente no lo puedo evitar. Todavía no sé controlar mi enojo.
Si pudiera expresarme les diría que estoy muy enojado, les explicaría lo que me frustró, pero no puedo decirlo, no sé cómo se hace. No encuentro otra forma que hacer lo que ustedes llaman “Berrinche”.
No puedo explicarte mejor lo qué me pasa. Tú lo llamas berrinche y te enojas. Yo lo estoy pasando mal y no sé de qué forma decírtelo.
Estoy creciendo y aprendiendo que puedo elegir, pero no entiendo porque no lo puedo hacer todo el tiempo. Todo me dicen que estoy grande, en el kínder me dicen que no tengo que tomar en biberón que ya estoy grande para lavarme solo las manos y para ir al baño, no paran de decirme que estoy grande.
Entonces no entiendo porque no me dejas tomar en vasos de vidrio, no entiendo porque no puedo subir solo las escaleras mecánicas, no entiendo porque no puedo cruzar la calle sólo. Si me dicen que ya soy grande. No entiendo para qué cosas sí soy grande y para cuáles no.
Cuando no puedo hacer algo que quiero, cuando no puedo elegir, cuando no me dejan intentarlo, me enojo mucho y no sé cómo decirlo. Mi enojo es tan grande que lloro fuerte, y sé que hasta a veces grito y pego.
Sé que no está bien te pido disculpas por eso.
Recuerden cuando hago un berrinche es porque estoy enojado, estoy frustrado y aún no puedo explicar de otra forma lo que me pasa.
Quizás ahora tú si puedes entender lo que ya aún no logro y ayudarme mejor en ese momento. No te enojes, no me grites, no me ignores.
Háblame, distraéme, haz que piense en otra cosa y me olvide de eso que tanto me molesto. Les prometo que ya pronto pasará, mientras tanto abrázame».
«Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite.»
Si entendemos que nuestro hijo cuando hace un berrinche no sabe como manejar ese enojo. Que no tiene los recursos para expresar todo lo que siente.
Si pudiéramos entender que no es un caprichoso. Que no lo hace contra nosotros.
Si pudiéramos entender que lo pasa mal seguramente lo logremos acompañar.
Él es el niño, nosotros los adultos. Su berrinche nos frustra y nos enoja. Pero nosotros sí tenemos y debemos tener recursos para lograr manejar nuestras emociones.
Si logramos ponernos en su lugar y comprender sus emociones seguramente podremos acompañarlo.
REFLEXIONES PARA LA FAMILIA
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