domingo, diciembre 8, 2024
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En el tiempo y el lugar correcto

En el tiempo y el lugar correcto, esta hermosa reflexión cristiana nos enseña que Dios tiene siempre tiene todo planificado y en muchas ocasiones nos envía a nosotros en su representación para ayudar a quien más lo necesita.

Estaba caminando por una calle poco iluminada una noche ya tarde, cuando escuché unos gritos que trataban de ser silenciados y que venían de atrás de un grupo de arbustos.

Alarmado, disminuí mi velocidad para escuchar y me aterroricé cuando me dí cuenta de que lo que estaba escuchando eran los inconfundibles sonidos de una lucha: fuertes gruñidos, pelea desesperada y tela rasgándose.

A sólo unos metros de donde yo estaba parado, una mujer estaba siendo atacada.

¿Me debería involucrar?

Yo estaba asustado por mi propia seguridad y me maldije a mí mismo por tener que decidir repentinamente el tomar una nueva ruta a casa esa noche.

¿Y si me convertía en otra estadística?

¿No debería tan solo correr al teléfono más cercano y llamar a la policía?

Aunque me pareció una eternidad, las deliberaciones en mi cabeza habían tomado solo segundos, y los chillidos ya habían aumentado poco a poco.

Yo sabía que tenía que actuar rápido. ¿Cómo podría alejarme de esto?.

No, finalmente me decidí. No podría darle la espalda a esta mujer, aún si esto significaba arriesgar mi propia vida.

Sé que no soy un hombre valiente, ni soy atlético, pero no sé donde encontré el coraje moral y la fuerza física, pero una vez que había decidido finalmente ayudar a la chica, me volví extrañamente transformado.

Corrí detrás de los arbustos y jalé al asaltante lejos de la mujer. Forcejeando, caímos al piso, donde luchamos durante unos minutos, hasta que el atacante se puso en pie de un salto y escapó.

Jadeando fuertemente, me levanté con dificultad, y me acerqué a la chica, que estaba en cuclillas detrás de un árbol, sollozando.

En la oscuridad, apenas pude ver su silueta, pero ciertamente pude percibirla temblando y en stock. No queriendo asustarla de nuevo, primero le hablé a distancia.

«Está bien», dije en tono tranquilizador, «El ladrón huyó, estás a salvo ahora».

Hubo una prolongada pausa, y entonces oí las palabras, pronunciadas maravillosa y sorprendentemente:

-¿Papi, eres tú?

Y entonces de atrás del árbol, salió caminando mi hija más joven, Katherine.

DIOS TIENE LA MANERA DE PERMITIRNOS ESTAR EN EL LUGAR ADECUADO

EN EL MOMENTO INDICADO.

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