No quiero saber de géneros en donde habite el virus de la apatía caminante hacia el des-compromiso.
Ese pueblo avaro donde nacen no es mi lugar.
No quiero saber de pieles donde se albergue la desgana y el desinterés lastimoso por el prójimo.
No quiero tener conocimiento de lenguajes intraducibles porque sus interpretaciones me conducen a su aborrecimiento.
No se tan siquiera si esta elección puede ser impropia o impensable, porque en cada opción escogida, tal vez viva y muera un poco.
No sé de nadie, porque en cada intento de búsqueda probada halló la pérdida de pequeños trozos de quien me siento y me sumerjo en un «todo» que nunca subsiste.