sábado, noviembre 30, 2024

La princesa de fuego

La princesa de fuego

Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia.

Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez.

El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados.

Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra.

Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado.

A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo:

Esa piedra representa lo más valioso que le puedo regalar, princesa es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es suyo y es duro como una piedra.

Solo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.

El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos.

Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro.

Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba, separando lo inútil de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo valioso.

Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros.

Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor humano y pasión por cuánto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente “La princesa de fuego”.

Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días.

 

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