martes, enero 21, 2025

Antes de que ellos crezcan

Antes de que ellos crezcan.

Introducción:

La vida es un viaje de etapas y cambios constantes, y uno de los momentos más conmovedores es ver a nuestros hijos crecer y tomar vuelo por sí mismos. Es como si, de repente, nos convirtiéramos en espectadores de sus vidas en lugar de guías activos. A lo largo de esta travesía, experimentamos la alegría de la paternidad, la nostalgia de los recuerdos y la esperanza de las futuras generaciones.

Acompáñanos mientras reflexionamos sobre la emocionante y agridulce transición de ser padres a abuelos en «Antes de que Ellos Crezcan».

Reflexión

Hay un periodo cuando los padres quedan huérfanos de sus hijos. Es que los niños crecen independientes de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida. Crecen con una estridencia alegre y a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, de igual manera crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad que sientes que no puedes más ponerle pañales.

¿Dónde quedaron la placita de jugar en la arena, las fiestitas de cumpleaños con payasos, los juguetes preferidos?

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil. Ahora estás allí, en la puerta de la discoteca, esperando que él o ella no solo crezca, sino que aparezca.

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Allí están muchos padres al volante, esperando que salgan zumbando sobre patines y cabellos largos y sueltos.

Allá están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas, con el uniforme de su generación, e incómodas mochilas de moda en los hombros.

Allí estamos, con los cabellos casi emblanquecidos. Esos son los hijos que conseguimos generar y amar a pesar de los golpes de los vientos, de las cosechas, de las noticias y observando y aprendiendo con nuestros errores y aciertos.

Principalmente con los errores que esperamos que no repitan. Hay un periodo en que los padres van quedando un poco huérfanos de los propios hijos. Ya no los buscaremos más de las puertas de las discotecas y de las fiestas.

Pasó el tiempo del piano, el ballet, el inglés, natación y el karate. Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más junto a su cama al anochecer, para oír su alma, respirando conversaciones y confidencias entre las sabanas de la infancia..

Y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas llenas de calcomanías, posters, agendas coloridas y discos ensordecedores.

No los llevamos suficientemente al cine, a los juegos, no les dimos suficientes hamburguesas y bebidas, no les compramos todos los helados y ropas que nos hubiera gustado comprarles.

Ellos crecieron, sin que agotásemos con ellos todo nuestro afecto. Al principio fueron al campo o fueron a la playa entre discusiones, galletitas, congestionamiento, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

Sí, había peleas dentro del auto, la pelea por la ventana, los pedidos de chicles y reclamos sin fin. Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, pues era imposible dejar el grupo de amigos y primeros amoríos.

Los padres quedaban exiliados de los hijos. “Tenían la soledad que siempre desearon”, pero de repente morían de nostalgia de aquellas “pestes”.

Llega el momento en que solo nos resta quedar mirando desde lejos, torciendo y rezando mucho para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad, y que la conquisten del modo más completo posible.

El secreto es esperar.

En cualquier momento nos pueden dar nietos. El nieto es la hora del cariño ocioso y picardía no ejercida en los propios hijos, y que no puede morir con nosotros.

Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.

Así somos, solo aprendemos a ser hijos después que somos padres, solo aprendemos a ser padres después que somos abuelos.

Conclusión:

En este recorrido llamado vida, los padres pasan por un proceso de transformación continua. Crecemos con nuestros hijos, aprendemos de ellos y, eventualmente, los vemos volar por sí mismos.

Cuando llega el momento en que los padres se convierten en abuelos, se abre una nueva y maravillosa dimensión de amor y conexión. Los nietos nos brindan la oportunidad de revivir el cariño y la picardía que no pudimos expresar por completo con nuestros propios hijos.

La vida nos enseña que las relaciones familiares son un tesoro invaluable, y cada etapa tiene su propia belleza. Recordemos siempre valorar cada momento, desde las travesuras de la infancia hasta las decisiones independientes de la adolescencia. Apreciamos el pasado, vivimos el presente y esperamos con alegría el futuro que traen las futuras generaciones.

REFLEXIONES PARA LA FAMILIA

«👨‍👩‍👦‍👦❤️ Desde ver a nuestros hijos crecer hasta abrazar la abuelidad, la vida nos regala hermosas etapas. Acompáñanos en esta emotiva reflexión sobre el amor y el crecimiento familiar. #Padres #Abuelos #AmorFamiliar»

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