Querida mamá, eres la mejor del mundo
Mamá, ayer observando mi ombligo me detuve a pensar que pequeña y curiosa prueba de una conexión tan importante, cómo comencé a ser yo…
Hoy es difícil imaginar que cuando era tan pequeña dependía completamente de alguien y ese alguien eras tú mamá.
Tú me enseñaste mi primera mariposa y mi primer arco iris, estabas a mi lado cuando ensayé mis primeros pasos, fuiste la primera persona que me hizo reír y escuchaste la primera palabra que dije…
Has esculpido mi rostro con un millón de besos cariñosos, me has enseñado todas las cosas importantes de nuestro mundo y mi lugar en él, todo lo aprendí de ti mientras te escuchaba y te observaba, has compartido conmigo todos los valores que te hacen tan especial:
La ternura, el perdón, la honestidad, el respeto y principalmente la paciencia…
Lo que trato de decirte mamá es que eres la base sobre la que se ha forjado mi personalidad y sólo me queda una palabra «GRACIAS», gracias por haberte podido tener como «abrigo», gracias por darme esa seguridad y ese amor, por haberme dado todo lo que necesitaba para crecer y desarrollarme, gracias porque siempre estás dispuesta a llevarme a todos lados, gracias por las exquisitas comidas de las que te ocupabas con tanto amor día a día, año tras año.
Gracias por no haber dicho «te lo dije, te lo dije» tantas veces como hubieras querido, gracias por levantarme en esos momentos de bajón, por darme una abrazo cuando lo necesitaba.
Gracias por volar a rescatarme cada vez que me oías gritar, siempre has sabido que decir o callar para hacerme sentir mejor, gracias por tantos cálidos y amorosos abrazos, porque arreglabas juguetes y corazones rotos de vez en cuando, gracias mamá, gracias por ayudarme a buscar la belleza dentro de mí y a mantenerme siempre en pie, gracias por asegurarme que podía crecer y alcanzar el éxito en cualquier cosa que me propusiera si creía en mí de la misma manera en que tú lo haces…
Pero mamá, las dos sabemos que aunque nuestra relación es genial, no siempre ha sido tranquila y perfecta, porque yo no siempre te hice reír, perdóname por las veces que te enfadé o por haber hecho que te preocuparas por mí.
Me arrepiento de todas las ocasiones en las que me puse insoportable, por las veces en las que me desperté a las cinco de la mañana el día de mi cumpleaños o en Navidad y por todas aquellas noches en las que no había manera de que me durmiera, perdóname por no haberte dado más tiempo para ti mamá, aunque fueran unos pocos momentos tranquilos para pensar.
Ahora comprendo a cuantas cosas renunciaste por mí, porque mi tiempo para jugar siempre estuvo primero que tu tiempo para descansar, mis comidas eran más importantes que las tuyas y mi entrenamiento para dejar los pañales estaban absolutamente antes que nada.
Cada vez que tratabas de relajarte yo entraba en tu habitación exigiendo que me ayudaras con cualquier cosa…
Hoy comprendo cuántas cosas he logrado y quisiera tener más de una vida para devolverte todo lo que me has dado.
Me mostraste un mundo lleno de amor, me has hecho mucho más feliz de lo que puedas imaginar…
Quiero que todo el mundo lo sepa…
¡Mamá, eres la mejor del mundo, muchas gracias de nuevo, gracias por todo!
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