Comenzando de cero.
Se fue de casa de su primer marido cuando tenía 28 años, con su hija bajo el brazo y trece paquetes con sus enseres. Sin trabajo y sin nada más que las ganas de ser ella, de querer y que la quisieran como ella creía que merecía.
A él, le debía la oportunidad de ser feliz con otra persona que le quisiera más de lo que ella le quiso, ya que aquel matrimonio fue simplemente porque tenía que ser, solo porque entonces había que salir de casa bien casada y no le dejaban descarrilar el tren, había que circular por la vía correcta.
Cierto es que tenía a su familia, pero solo estuvo tres meses en casa de sus padres. Compró un modesto pisito y se dispuso a trabajar en lo que fuese. Antes de los cuatro meses de la separación, ya tenía el piso arreglado, trabajo y a su hija en una guardería donde pasó los mejores años de su infancia.
Se preguntarán; ¿Los mejores años en una guardería?
Pues sí… Dio con unas chicas que eran estupendas, y la cuidaron como si fuese hija suya. Al día de hoy mantiene con ellas una excelente relación .
Además, tenía de figura paterna a su hermano, la adoraba y la adora. Su marido nunca entendió que se fuese de la noche a la mañana tan solo porque le dijo que no le amaba y no quería pasar el resto de su vida amargándose y amargándole a él.
No hubiese sido justo. Pero le pagó el desaire a través la niña, a la que ve, solo de vez en cuando. De hecho, hoy es feliz con su nueva esposa y tiene una niña más. Después de empezar de cero y pasar cuatro años luchando por conseguir una cierta estabilidad emocional y económica, apareció su segundo marido.
Cuando dice lo de “segundo marido” le suena a chino… Siempre juró no volver a casarse jamás, no cree en el matrimonio por contrato, los papeles solo si es necesario por motivos burocráticos.
Y así fue… Después de un ir y venir durante cuatro años (ya que el señor en cuestión era de fuera) tuvo que casarse para solventar problemas que él tenía.
Asintió a lo que había sin saber realmente lo que escondía. No quiere entrar en detalles de los diez años de matrimonio que duró esa historia de amor, porque fue una historia de amor.
Le quiso mucho, y digo bien, le quiso. Pero este señor no la supo querer, ella solo fue el tren que le llevo de una estación a otra, utilizo el billete que se le regaló para ir de mercancías al Ave en el que hoy viaja.
Ese billete se lo regaló ella. No suele decir nada que no le haya dicho él mismo, “utilizo a la gente cuando me es necesaria, cuando ya no lo es, se estaciona y a otra cosa mariposa”…
Lo intentó, intentó que aquello funcionase a pesar de todos los problemas que le estaba dando y las mentiras que poco a poco fue hallando…
Al final, él se quedó con todo y a ella le dejó lo suyo hipotecado de por vida. Otra vez a empezar de cero ¡Y dando gracias, ¡pudo haberlo hecho mucho peor!
Siempre se preguntó por qué no había sido, como la mayoría de las mujeres que se separan, que se quedan con los hijos, una pensión vitalicia, la casa, y poco más que con la vida entera del contrario.
Pero claro… Cómo le han dicho miles de veces “de buena eres tonta” y los buenos no van a ningún sitio…
¿Pero saben una cosa?
Admiro la tranquilidad de su conciencia, que no es que más que la de no haberse llevado nada que no fuese suyo , sino todo lo contrario, se llevaron todo por lo que tanto había luchado y trabajado.
Y aunque al final el ganador material fue el otro, la que ganó tranquilidad de espíritu y de alma ha sido ella.
¿Qué vale más? … Después, por si no había tenido bastante, se vuelve a enamorar … Pero no se queja, de todos modos lo que siempre buscó fue la pasión, el amor, y el estar con alguien que de verdad la quisiera por mí misma, sin más que le dijera “Te quiero a ti, porque eres tú”.
Fue feliz mientras viajaba, ha de reconocer que mientras estaba subida en ese tren, viajó en primera… pero… un rato cada día, él, simplemente subía en clase turista a cualquiera.
Los vagones anexos al tren, se unieron al viaje… por eso decidió descarrilar y salir de la vía una vez más. Y así sucede su vida, día a día, a veces, como la Penélope de Serrat, se va a la estación a esperar…
Se sienta en el andén y espera que llegue aquel tren. Un tren que jamás volverá a parar en esta estación . Pero por eso su reloj no se va a detener, continúa dando las horas, una tras otra y aprovecha cada minuto y cada segundo que le regala la vida.
Sí, quiere querer, nació para eso, pero también para que la quieran.
Pero no va a pagar cualquier precio por ello. Hoy su corazón ya sabe que su única función es latir y bombear sangre allí donde se necesite y producir felicidad.
REFLEXIONES DE SUPERACIÓN PERSONAL
- Una nueva oportunidad
- Triunfar es avanzar firme
- Nada me impedirá sonreír
- Cuando me amé de verdad
- Aprende a valorarte amiga
- No te rindas, por favor, no cedas