La vida canta en nuestros silencios y sueña en nuestro sopor. Aun cuando estamos vencidos y tristes, la Vida está entronizada en lo alto.
Y cuando lloramos, la Vida sonríe a la luz del día, y es libre aun cuando arrastramos nuestras cadenas. Muchas veces la nombramos con nombres amargos, pero sólo cuando nos sentimos amargos y oscuros.
Y la juzgamos inútil y vacía, pero sólo cuando el alma vaga por lugares desolados y el corazón está ebrio de excesiva preocupación por sí mismo.
La Vida es profunda y alta y distante; y aunque vuestra vasta visión apenas alcance a sus pies, ella está cerca; aunque sólo el aliento de vuestro aliento llegue a su corazón, la sombra de vuestra sombra cruza su rostro y el eco del más débil de vuestros gritos se convierte en su pecho en otoño y primavera.
Y la vida está velada y oculta, así como está oculto y velado vuestro ser más íntimo. Pero cuando la Vida habla, todos los vientos se vuelven palabras; y cuando vuelve a hablar, las sonrisas en nuestros labios y las lágrimas en nuestros ojos se hacen palabras también.
Cuando ella canta, los sordos oyen y quedan cautivados; y cuando viene andando, los ciegos la ven y se quedan pasmados, y la siguen maravillados y atónitos.
Reflexiones de la vida
- Alcanza tu sueño
- Los tres ancianos
- Las mochilas de nuestras vidas
- El tren de la vida
- Asamblea en la carpintería
- El verdadero valor del anillo
- El verdadero amor
Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.
La vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima.
Nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
LA VIDA NO ES UN PROBLEMA QUE TIENE QUE SER RESUELTO.SI NO UNA REALIDAD, QUE TIENE QUE SER EXPERIMENTADA.
Reflexiones de la vida
La vida canta en nuestros silencios y sueña en nuestro sopor. Aún cuando estamos vencidos y tristes, la Vida está entronizada en lo alto. Y cuando lloramos, la Vida sonríe a la luz del día, y es libre aún cuando arrastramos nuestras cadena.
Muchas veces la nombramos con nombres amargos, pero sólo cuando nos sentimos amargos y oscuros.
Y la juzgamos inútil y vacía, pero sólo cuando el alma vaga por lugares desolados y el corazón esta ebrio de excesiva preocupación por sí mismo.