Cuando las dificultades te agobien
En los momentos en que las dificultades parecen abrumadoras y el miedo acecha, a menudo buscamos refugio en la oración. Pero ¿qué buscamos realmente en nuestras peticiones? En lugar de pedir simplemente protección o alivio, buscamos la fuerza y el coraje para enfrentar nuestros desafíos con determinación.
Cuando nos enfrentamos a las batallas de la vida, no siempre buscamos aliados externos, sino que buscamos fortalecer nuestra propia resistencia interior. La oración no es solo un acto de súplica; es un proceso de fortalecimiento interno, de cultivar la paciencia y la perseverancia.
Permíteme orar, no para obtener protección contra los peligros, sino para afrontarlos sin temor.
Permíteme pedir, no alivio a mi dolor, sino el valor de superarlo.
Permíteme buscar en el campo de batalla de la vida, no aliados, sino propia fortaleza.
Permíteme no suplicar, temeroso, por mi salvación, pero sí tener paciencia para conseguir mi libertad.
Concédeme que no sea un cobarde, sentir tu misericordia en mi triunfo, solamente; pero deja que, en mi fracaso, encuentre el apretón de tu mano.
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