Trabajar a conciencia

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Trabajar a conciencia.

Un hombre tenía una pequeña barca que siempre estaba atracada en el muelle del lago. Ya no se veía atractiva por lo que decidió contratar a un hombre del pueblo para que la pintara.

El hombre accedió y ambos convinieron el precio del trabajo incluyendo materiales, por lo que el hombre trajo consigo brochas, pintura, y todos los materiales necesarios y comenzó a pintar la barca de un precioso y llamativo amarillo brillante.

Mientras pintaba, se dio cuenta de que la pintura se filtraba por el fondo de la barca, así que la revisó cuidadosamente y descubrió que había un pequeño orificio que hacía que la pintura se filtrara, por lo que decidió repararlo.

Cuando el hombre terminó su trabajo, recogió sus cosas, cobró su dinero y regresó al pueblo. Al día siguiente, el propietario del barco se acercó a la casa del pintor para entregarle un nuevo cheque de una atractiva suma. El pintor quedó sorprendido y le dijo:

– Pero si usted ya me pagó ayer en efectivo por el trabajo que le hice, ¿no lo recuerda?

– Efectivamente, le pagué por la pintura de la barca, que por cierto quedó muy bien.

Sin embargo hay algo más…

Cuando le pedí que pintara la barca, olvidé mencionarle el orificio que tenía desde hacía tiempo.

Así que el dinero que le traigo no es por el trabajo de pintura, sino por arreglar la fuga. – Bueno, sí, la reparé, pero era algo tan pequeño que no quise ni cobrarle, ¿Está usted seguro que me está pagando esta enorme cantidad por algo tan pequeño?

– Mi querido amigo, permítame explicarle…

Cuando el barco se secó, mis hijos lo vieron tan flamante que decidieron salir de pesca.

Yo no estaba en casa en aquel momento. Cuando regresé a casa, me di cuenta que habían salido en la barca, y me angustié muchísimo, pues recordé la fuga y que había olvidado darle a usted instrucciones de que la reparara, pero ellos no lo sabían…!

Usted no puede imaginar el alivio y la alegría que sentí cuando los vi regresar sanos y salvos.

Los abracé emocionado y fui rápidamente a revisar la barca.

Fue entonces cuando me di cuenta de que usted lo había reparado. ¿Se da cuenta de lo que hizo, sin proponérselo?

¡Usted salvó la vida de mis hijos!

No tendría dinero suficiente para pagarle su iniciativa de haber reparado ese pequeño orificio. Y esa buena acción por algo aparentemente tan insignificante por lo que no quiso cobrarme, evitó una tragedia, por lo que le ruego que acepte esto como una muestra de mi gratitud.

REFLEXIONES Y LECTURAS PARA MEDITAR

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